Tradicionalmente cuando hacemos un seguro estamos pensando en un contrato con una aseguradora en la que a través de un precio (que llamamos prima) la aseguradora nos resarcirá en el caso de que el bien que queremos asegurar sufra un daño.

Para el cálculo de la prima la aseguradora evalúa la exposición del bien al riesgo; situación del mismo, medidas de protección contra incendio, intrusismo, etc.

El seguro, salvo algunas excepciones se realiza por periodos anuales.
Estas premisas hasta la fecha son las que han regido la relación entre asegurado y asegurador.

Pero esto está cambiando con la utilización de los Smartphone, “tablets” y portátiles, ya que el uso frecuente de estos dispositivos en la relación de los clientes con sus proveedores está modificando las reglas del juego asegurador.

Pasamos de una fase en la que el proveedor imponía sus reglas (en mi horario, con mis condiciones, con mi precio…), a una en la que el cliente elige a qué hora quiere comprar, qué precio es el que le parece razonable y en qué condiciones comprará.

Aunque todavía de una manera muy incipiente, ya hay en el mercado asegurador productos donde el asegurado, en función de su “apreciación” del riesgo, activa o desactiva la cobertura de seguro. Activa o desactiva una garantía y en función del tiempo en que la cobertura ha estado en vigor la aseguradora le cobra una prima.
Con el tiempo (y no dentro de mucho tiempo) el asegurado cuando esté en casa podrá “desactivar” la cobertura de robo, y activarla cuando se vaya de vacaciones. Si se va un día a la playa, asegurará, solo por el periodo que va estar fuera de casa, su móvil para el caso de robo, o su cobertura de accidentes porque se va a hacer montañismo.

Esto que parece una “ilusión” ya existe en nuestro entorno, en el aseguramiento de bienes como teléfonos móviles tablets, patinetes eléctricos, en la que, desde mi móvil de contrato, activo y desactivo el seguro, pago la prima según el uso y en caso de siniestro se gestiona todo a través de la aplicación que tengo en mi dispositivo.
De esta manera el seguro se convierte en algo mucho más “vivo” y cercano a las necesidades del asegurado.

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