Nuestro país cuenta con más de 1,2 millones de comunidades de propietarios sujetas a la Ley de Propiedad Horizontal: somos el país europeo con mayor porcentaje de ciudadanos en comunidades de vecinos. Y según estudio elaborado por Estamos Seguros con datos de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones, cada hora se solucionan en España 1.003 percances en viviendas y comunidades. Como recoge el informe, los siniestros de comunidades más habituales fueron los daños por agua (854.793 siniestros), los derivados de fenómenos atmosféricos (200.276), las reclamaciones por responsabilidad civil (79.574), la rotura de cristales (76.035) y los daños eléctricos (33.914). En 2019 los seguros de comunidades cubrieron 936.000 siniestros, que supusieron un impacto de 375 millones de euros, según cifras de UNESPA.
Además de los siniestros o conflictos hasta ahora habituales, las comunidades se enfrentan a nuevos retos de convivencia, y la Ley de Propiedad Horizontal ha ido evolucionando para dar cabida a nuevas necesidades sociales, como la adecuación de los edificios a las personas con movilidad reducida o las regulaciones de las viviendas de uso turístico.
Por ello, las comunidades necesitan y reclaman profesionales que ayuden a elegir el seguro más acorde y que ayuden a resolver los siniestros y conflictos posteriores. Los administradores de fincas suelen jugar un papel destacado, pero necesitan también de un buen asesoramiento independiente. Al final la decisión se toma en la Junta de Propietarios, y el acuerdo requiere la mayoría simple. El presidente de la comunidad es la figura que legalmente puede suscribir la póliza.
Puntos clave para elegir el seguro adecuado
La elección de un buen seguro de comunidades puede resultar todo un reto para los propietarios. Es una decisión compleja, con muchos factores a tener en cuenta y distintos intereses. El nivel de conocimiento de las pólizas y sus coberturas por parte de los vecinos es, en líneas generales, muy bajo. Y muchas veces la dificultad se agrava por el lenguaje técnico propio del sector asegurador.
Cada comunidad de propietarios tiene además sus propias circunstancias: no sólo se deben tener en cuenta parámetros como la antigüedad del edificio, la superficie, el tipo de construcción, los sistemas de calefacción, los servicios comunitarios, los anejos, etc. Es necesario llevar a cabo un estudio a medida y en profundidad de los posibles riesgos a los que se enfrenta.
Otro punto relevante es calcular adecuadamente los valores asegurados del continente y, en su caso, del contenido. Resulta fundamental asegurar sin infra seguro o sobre seguro, lo que requiere de un minucioso ajuste de la suma asegurada para que corresponda con el valor real a efectos de seguro.
También es importante dedicar tiempo a estudiar las coberturas que se necesitan para evitar situaciones en las que el seguro de comunidades no se hace cargo. Las pólizas existentes en el mercado cuentan con estructuras de garantías similares, pero luego existen detalles que determinan la respuesta de la compañía aseguradora en caso de un siniestro: los límites y sub límites de indemnización, la redacción de las coberturas o el alcance de los servicios asistenciales marcan diferencias entre la oferta existente.
Conocer las exclusiones o limitaciones de las pólizas evita sorpresas en el momento de los siniestros. Un administrador de fincas, con la ayuda de una correduría especialista, puede explicar a la junta de propietarios qué cubre el seguro de comunidades o qué excluye.
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