Un ciberseguro es aquel que cubre la pérdida de beneficios y el aumento de gastos de explotación cuando se ha producido un ataque cibernético, ofreciendo también protección frente a los daños y perjuicios producidos a terceros a consecuencia de un ciberataque. En España se produjeron una media 40.000 ciberataques cada día en 2021, lo que supuso un incremento del 125% con respecto al año anterior. Este “boom” de los ataques tiene su origen en el incremento del teletrabajo, y se está manteniendo como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania, que abrió las puertas al reparto gratuito de herramientas de ataque informático.

Recordemos que en España la Ley de Protección de Datos y las normativas europeas no sólo obligan a las empresas a proteger la información, sino también a comunicar las brechas de seguridad e incluyen sanciones a las empresas y a los responsables que incumplan  estas medidas de protección. Ni siquiera una pequeña empresa, casi anónima, está a salvo de estos ataques. Tal vez tenga menos interés para delincuentes que buscan objetivos mayores, pero no le libra de ser un bocado apetecible para otros. 

En general muchos piensan que el ciberseguro es una herramienta para cuando ya ha sucedido el ataque, pero se debe tener en cuenta que el mero hecho de solicitarlo ya implica una preocupación por este tipo de riesgo en la empresa o entre los usuarios. Hay que tener en cuenta que el proceso de contratación de un ciberseguro suele comenzar con un formulario en el cual se evalúa la seguridad informática de la empresa. 

Los daños que se pueden derivar de un ataque informático son de muy variada índole. Pueden tratarse de unos unos días sin poder trabajar porque “nada funciona”, como sucede en los ataques de denegación de servicio. Hay también los robos de información sensible sobre clientes o proveedores, con los consecuentes posibles daños a terceros. Existe asimismo los secuestros de datos, con la petición de un rescate para su devolución (ransomware), la destrucción total de la información e incluso la “esclavización” de equipos, como impresoras, con fines variopintos entre los que se encuentra minar criptomonedas.

Detrás de un ataque siempre hay un delincuente, pero es necesario extender la idea de que empresas y usuarios tenemos la obligación de proteger nuestros equipos  informáticos. Curiosamente, son los empleados, de manera involuntaria la gran mayoría de las veces, quienes representan el mayor riesgo para la ciberseguridad, pues se estima que en un 60% de los casos constituyen la “puerta abierta” por la que entra el ciberdelincuente. 

El ciberseguro es útil desde el momento en que se contrata, puesto que ayuda a prevenir y repasar las medidas de protección informática. Y por supuesto, si realmente llega el ciberataque es el colchón económico que amortigua la pérdida de ingresos y los daños a terceros, a la vez que ayuda a reconstruir una empresa más fuerte.

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