Si a principios de este año ya hablábamos de una crisis en el transporte marítimo de mercancías, la situación actual es más que preocupante. La demanda sigue siendo muy alta, y las campañas del Black Friday y de Navidades la incrementan. Al no haber disponibles suficientes unidades de contenedores, el precio para moverlos se ha disparado exponencialmente hasta niveles que nunca nadie podía esperar. Todo esto provoca que exista una flota importante de barcos en espera para atracar en los puertos, generando cuellos de botella en los muelles, precios por las nubes y un sistema cada vez más colapsado.

Entre las causas de esta crítica situación, destaca la gran demanda de productos fabricados en China: a pesar de que cuando explotó la pandemia muchas fábricas se adaptaron y reconvirtieron, aumentando la demanda de productos continentales, todo eso ha quedado atrás y hoy día sigue existiendo una dependencia muy alta de productos provenientes de China; por otro lado, la escasez de contenedores se debe a que los fabricantes no pueden satisfacer la demanda de espacio de carga a tiempo; y, por último, los rebrotes del covid, que provocan bloqueo en los puertos paralizando y disminuyendo su actividad.

Como consecuencia, el precio del flete (coste estipulado por el alquiler de una parte del buque para el transporte de mercancía) se ha disparado: traer un contenedor a Europa desde China cuesta de media 10 veces más que antes de la pandemia.

La mayor parte de los actores que intervienen en la cadena de transporte salen perjudicados, a excepción de las navieras. En agosto una de las navieras más importantes, la danesa Møller-Mærsk anunciaba una subida interanual del 44% de sus ingresos, disparando su beneficio hasta los 5.459 millones de euros en el primer semestre, nueve veces más respecto al mismo periodo del año anterior.

Las previsiones no son nada halagüeñas para los próximos meses, y fuentes del sector apuntan a que puede durar varios años. Así lo esperamos todos, y mientras veremos si los gobiernos y los reguladores intentan poner cordura en un escenario insostenible.

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